En uno de los barrios más pobres y duros de Miami, Liberty City, hay un solo laboratorio de computación con acceso gratuito a Internet. Si no fuera por este laboratorio muchos no tendrían acceso a esa tecnología.
Sin embargo, Cecilia Gutiérrez, CEO de Miami Children's Initiative, la organización sin fines de lucro que provee este servicio se siente descorazonada porque sin la orientación de su organización, los residentes usan el acceso para acceder a las redes sociales en vez de estudiar o hacer tareas.
Gutiérrez conoce por experiencia el resultado de las investigaciones: el acceso a las computadoras y al Internet no es suficiente para resolver el problema de la brecha digital. El acceso a la tecnología es desigual, según las investigaciones, pero eso no es todo. Es evidente que el crecimiento tecnológico contribuye a que la brecha de oportunidades entre los ricos y los pobres sea mayor.
Por ejemplo, en el 2014 un estudio de la Universidad de Connecticut reveló que a los estudiantes que provienen de hogares de bajos recursos les costaba más trabajo encontrar y distinguir información en Internet que a los estudiantes provenientes de hogares de altos ingresos.
"La brecha digital aún existe, es diferente pero existe", dice Susan Neuman, profesora de alfabetización temprana de la Universidad de Nueva York que ha estudiado el problema a fondo.
Los resultados de los estudios tienen un impacto dramático en las escuelas donde la tecnología se ha hecho omnipresente. Los estudiantes de La Florida tienen que tomar al menos un curso en línea para graduarse y deben tomar exámenes computarizados. Esos dos requisitos pueden determinar si terminas con un diploma o tienes que repetir el año.
"La tecnología es parte de la educación moderna. No hay manera de evitar eso en la educación de hoy", comenta Sylvia Díaz, asistente del superintendente de Miami Dade, quien además está a cargo de la tecnología en la instrucción.
Cómo resolver la brecha de los que tienen y los que no tienen acceso al mundo digital es algo que preocupa y que va de la mano con la popularidad del Internet. La respuesta hasta ahora ha sido la misma. Debemos hacer que la tecnología sea más accesible en bibliotecas, en escuelas y centros comunales. Hoy en día la mitad del mundo tiene acceso al Internet.
El distrito escolar de Miami Dade, ha donado casi 3,000 computadoras portátiles a los estudiantes de las escuelas más pobres. Incluso algunas compañías como Microsoft ha donado enormes cantidades de dispositivos. El condado ha alcanzado la cifra más alta de inscripciones en Internet Essentials, un programa de Comcast que ofrece conexión a Internet por $10 dólares al mes.
Aún así el sistema de bibliotecas estima que el 45 por ciento de los niños no tienen Internet, el distrito escolar estima que el 25 por ciento, pero según la Federal Communications Commission, el 80 por ciento de los maestros asignan tareas en línea. Esto en un distrito que es del mismo tamaño que Delaware significa que miles de estudiantes necesitan buscar como acceder a la red.
Algunos usan sus teléfonos celulares y eso se comprueba en los estudios que afirman que las familias de bajos recursos usan los teléfonos inteligentes para conectarse.
Algunos se van a las bibliotecas de Miami Dade donde a veces tienen que esperar hasta una hora para que se libere alguna computadora y donde el tiempo de uso es limitado. Y ahí radica el problema principal. Tener que hacer una tarea en la pantallita de un teléfono o en los 30 minutos que tienes en la biblioteca no es lo mismo que tener acceso ilimitado en tu computadora en tu casa.
"El acceso no es igual para todos ni todos tienen el mismo acceso", comenta Vikki Katz, profesora asistente de la escuela de información y comunicación de Rutgers. Katz ha realizado estudios extensivos en el uso de la tecnología en las familias hispanas de bajos recursos.
El tipo de acceso explica por qué las familias de bajos recursos usan Internet de manera tan variada, observa Newman, profesor de NYU.
Junto a un colega, Newman ha dedicado cientos de horas a observar a las familias que utilizan los servicios en las bibliotecas de Filadelfia en barrios tanto de bajos como de altos ingresos. Los niños de familias de bajos recursos usaban las computadoras para jugar y con frecuencia cambiaban de actividad. Si uno se fijaba en los padres y en cómo reaccionaban a la tecnología se daba cuenta de que se sentían incómodos frente a las computadoras y otros dispositivos. Muchos de ellos se echaban hacia atrás y dejaban que los niños tomaran el control.
Esto es algo que Miami Dade sabe y por eso que además de entregar las computadoras portátiles, el distrito esta ofreciendo entrenamientos para los padres. También hay entrenamientos a través del programa de Internet Essentials de Comcast.
El año pasado, la escuela elemental de Liberty City, una de las que recibió computadoras portátiles y tarjetas de Internet, organizó un evento que se conoció como Second Cup of Coffee. En este evento que realizaron una vez al mes, la escuela enseñaba a los padres a usar las herramientas que habían recibido para que pudieran entender y mantenerse al día con los estudios de sus hijos.
Hay muchos padres que asisten y que son receptivos e interesados en aprender, pero muchos de los padres que vienen son abuelos y esa generación esta muy alejada de la tecnología y le tienen pavor, comenta Fiona Campbell, directora de la escuela.
Esto no sucede en la casa de Richburg.
Phyllis Richburg tiene 50 años, está criando tres nietos y a veces también se ocupa de otros nietos que vienen a la casa después de las clases. En la casa ya hay computadoras y teléfonos celulares con acceso al Internet, pero este año en Navidad, ella y su esposo, que es camionero le dieron a sus niños, iPads. Ella es empleada del condado y sabe trabajar en la computadora. Incluso paga sus cuentas en línea.
Así y todo no rechazaron la computadora personal que les ofreció la escuela porque de esa manera Christian Fussell, uno de los nietos de 11 años puede tener su propia máquina para sus estudios y sus cosas.
A pesar de que estaban ofreciendo las computadoras portátiles gratis, muchos padres ni siquiera han respondido al llamado de la escuela, algunos porque tienen miedo que se les rompan y después cuesten mucho repararlas o por miedo a que se las roben.
Según Katz, parte de la reacción de algunos padres es porque el distrito pide que los padres participen en el programa. "Eso les da un poco de miedo", dice Díaz. Algunos, sobre todos en las comunidades de inmigrantes tienen miedo de dar su información personal.
En casos como esos, relacionarse con las familias es clave.
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