Friday, April 29, 2016

Mujeres y brecha digital

Artículo de  

Profesora e investigadora en TIC y escritora

La británica Augusta Ada King, condesa de Lovelace (1815), conocida como Ada Lovelace o como Ada Byron (fue hija de Lord Byron) es considerada la primera programadora de la historia por haber inventado el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina. Previó la capacidad de los sistemas basados en la lógica para ir más allá de los simples cálculos de números, y que las máquinas podrían ejecutar cualquier orden y no solo calcular. Ada murió a los 36 años y no fue hasta 1936 que Alan Turing retomó sus ideas para dar oficialmente vida a la computación con su Máquina Universal (o Máquina de Turing).

Ada Lovelace es uno de los nombres más importantes de la historia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), y es una mujer. Ella, junto a otras célebres mujeres en este ámbito es la prueba de que las mujeres han estado en ese mundo desde sus orígenes, contrariamente a la narrativa común. Y eso a pesar de las enormes dificultades que la estructura patriarcal de la sociedad suponía para ello.

Me gustaría, antes de seguir, recordar aunque sea brevemente a algunas de ellas:

  • Edith Clarke (1883): fue la primera mujer en graduarse en el MIT como ingeniera electrónica e inventora de una calculadora gráfica.
  • Grace Murray Hopper (1906): creadora del lenguaje informático Cobol y muy reconocida en el ámbito de la informática.
  • Hedy Lamarr (1914): inventó un sistema de emisión de ondas no interceptables que es el precursor del WIFI.
  • Frances Elizabeth Allen (1932): es la primera mujer en obtener el Premio Turing por sus trabajos en compilación.
  • Las matemáticas computers del ENIAC (1946): hubo un tiempo en que la palabra "computer" no se refería a una máquina, sino a una de las seis mujeres olvidadas durante décadas (Betty Snyder Holberton, Jean Jennings Bartik, Kathleen McNulty Mauchly Antonelli, Marlyn Wescoff Meltzer, Ruth Lichterman Teitelbaum y Frances Bilas Spence) que trabajaron en la primera calculadora electrónica generalista y que desarrollaron las bases de la programación de ordenadores, creando las primeras aplicaciones de software.
  • Cold Spring Harbor (1956): presidenta de Hewlett-Packard.
  • Sheryl Sandberg (1956): directora de operaciones de Facebook.
  • Amparo Moraleda (1964): primera presidenta de IBM en España.
  • Angela Ahrendts (1954): vicepresidenta senior de tiendas online de Apple
  • Marissa Mayer (1951): presidenta y CEO de Yahoo.
  • Maria Garaña (1952): presidenta de Microsoft en España.
  • Virginia Marie Ginni Rometty (1957): presidenta de IBM.

La lista es llamativa, pero lo cierto es que en 2015, según los datos del Instituto de la Mujer en España, la baja representación de las mujeres en los ámbitos tecnológicos es todavía impactante. Respecto al total de las ingenierías sólo el 35% son mujeres, mientras que en el caso de las TIC la representación de las mujeres se sitúa por debajo del 20%. En el caso de los estudios universitarios, en las ingenierías de telecomunicaciones la representación de las mujeres sólo es de un 25% y en las informáticas desciende hasta casi al 15%.

El origen de esta brecha "digital" se encuentra en la división por géneros de los roles sociales, que en el caso de las TIC desplaza la balanza hacia la representación masculina. Los estereotipos de género (modelos mentales de lo que es ser hombre y ser mujer en la sociedad) continúan teniendo mucha influencia en la elección de los estudios y las profesiones. Cuando imaginamos una persona ingeniera, difícilmente la imagen nos devuelve una mujer. Pensemos por un momento en la foto de más arriba, la de las matemáticas del ENIAC: durante mucho tiempo corrió el rumor de que eran modelos que posaban para las fotos (aún hoy lo podríamos pensar).

Desde el descubrimiento del fuego hasta los avances en inteligencia artificial, la humanidad ha evolucionado de mano del conocimiento científico y tecnológico. La tecnología del siglo XXI precisa también de ingenieras mujeres, que puedan aportar su talento y su sensibilidad. La sociedad resultante será más igualitaria, pero también más rica tecnológicamente.

En mi opinión, esa necesidad es la que traerá la superación de la brecha de género en las TIC. Pero mientras tanto, habrá que impulsarla con algunas de las acciones que las personas expertas proponen, y entre las que destaco las siguientes:

  • Hacer más visibles a las mujeres que han contribuido a grandes avances científicos-tecnológicos (en las clases de informática y tecnología, en los libros de texto, en las series de televisión, los videojuegos, las películas y cualquier medio dirigido al público juvenil de ambos sexos).
  • Poner de manifiesto la conexión entre los grandes avances tecnológicos y los sociales. La tecnología al servicio de la sociedad.
  • Reivindicar las oportunidades que la tecnología ofrece tanto a hombres como mujeres. La tecnología no es terreno exclusivo de los hombres.

Mujeres latinoamericanas en el mapa tecnológico. Una mirada de género en políticas de inclusión digital.

El ámbito de las tecnologías de información y comunicación (TIC) es también parte del mapa de desigualdades entre hombres y mujeres. En cuanto al uso de internet las mujeres continúan siendo minoría a nivel global alcanzando sólo un 46% mientras que el 54% es de género masculino. Las mujeres además tienen 21% menos de probabilidades de tener su propio teléfono móvil, lo que se traduce en una brecha de 300 millones en todo el mundo. Por consiguiente, en América Latina niñas y mujeres están más expuestas a quedar rezagadas en el mundo de las TIC ya que deben sortear mayores barreras que sus pares masculinos para acceder y aprovechar las ventajas ofrecidas por el mundo digital. En el presente cuaderno se analiza a las nuevas tecnologías cómo herramientas que pueden ser utilizadas para el empoderamiento y la emancipación de niñas y mujeres. Se busca ofrecer una mirada global que pueda orientar políticas públicas que abarquen temas de adopción tecnológica, particularmente en poblaciones vulnerables o desventajadas, y con una mirada de género.  

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